Octubre 2018
Nuestra gente mayor es un sector dentro de la población a la que más vulnerabilidad se enfrenta. Sus pensiones, en un alto porcentaje, no cubren sus necesidades básicas y son muchas las familias que por cuestiones laborales o geográficas no pueden hacerse cargo de los cuidados mínimos para que puedan mantener una vida digna y necesitan recurrir a la contratación de terceras personas que se hagan cargo de ellos. Aquí empieza el problema; la falta de poder adquisitivo, sumado a las ridículas cuantías que las instituciones destinan a la dependencia, nos derivan a dos vertientes: a la precariedad laboral (cuando las familias no tienen otra opción que “contratar” sin contrato y sin derechos ) o a la desatención y soledad. La soledad no demandada es la peor “enfermedad” que existe, ya que te puede derivar a padecer depresiones e incluso exclusión social. Este es el principal miedo al que nos enfrentamos cuando nos hacemos mayores y la problemática más común; por ello, son de suma importancia esas personas que ejercen como voluntarias y dedican parte de su tiempo a acompañar y atender a nuestros mayores. Necesitamos que el Estado desarrolle una partida real para la dependencia y que vaya acorde con las necesidades. Quien tiene un/a abuelo/a tiene un tesoro. #bonesfestes.
Cristina Simón Molina
@GuanyemPratLlob
Juliol 2025
Miguel Ángel Ochoa Oliva